A las ocho y media de la mañana de un desapacible día de lluvia y
viento, con la ropa mojada— llovía en diagonal— sujetaba yo con una mano
el paraguas— que a veces amenazaba con darse la vuelta— y con la otra
al perro —ambas manos congeladas, se me olvidaron los guantes— y sonó el
teléfono. Era una amiga. Lo cogí. No sé de qué manera pude incluso
recoger la caca del perro. Durante nuestra estimulante conversación me
olvidé del frio y el viento y el perro y las manos... Mientras mi mente
se concentraba en el placentero intercambio de anécdotas, lo demás dejó
de existir. La mente funcional siguió sujetando la correa del perro y el
paraguas se sostuvo con firmeza, pero mi cerebro no prestó atención a
todos esos detalles que unos minutos antes me provocaban malestar. El
viento seguía soplando con fuerza, la lluvia seguía calando al pobre
perro que se sacudía cada dos pasos, pero yo no era consciente de la
mojadura de mis pies.
Me despedí de mi amiga. Volví a sentir la desapacible sensación de frio. Pero entonces hablé con mi mente:
—O sea que tienes que estar entretenida porque si no, solo te fijas en los detalles desagradables...
A
ver, vamos a llevarnos bien. Eres obsesiva y pesimista, ya lo sé, no
tienes remedio, pero hay también una parte creativa en ti que me aporta
muchas satisfacciones.Vamos a hacer lo siguiente, a ver qué te parece:
Tú te encargas de la intendencia y también de conectarme con la fuente
de mi inspiración, pero el resto del tiempo no me des la brasa, no me
hagas fijar la atención en todos los aspectos desagradables de mi vida,
¿Ah, dices que lo que haces es mostrarme el contenido del
subconsciente?¡Pues mi subconsciente debe estar repleto de pensamientos
negativos! ¿que eso es lo normal, dices? Ah... A ver si lo entiendo,
cuando no estoy ocupada con algo tú te dedicas a buscar motivos de
queja, ¡Ah, que el problema es ese, la queja!, o sea que tú me cuentas
algo desagradable de mi vida y yo tengo que quedarme tan tranquila,
¿no?, ¿que se llama ecuanimidad, dices? Ah... ¿que en el subconsciente
está todo?, ¿que debería pasar mucho más tiempo sin hacer nada?, ¿que no
hay otro modo de conocerme a mí misma? Me recomiendas que deje de
escribir y mire un rato por la ventana. Me aburriré enseguida... ¿que
eso es lo que tengo que hacer?, ¿que un poco más allá del aburrimiento
está lo que busco?... pero, ¿qué busco?... dices que busco estar en paz,
es verdad, me voy a mirar por la ventana.